No vaya nadie a pensar, que el descubrimiento del origen de los vascos, tras el que en su desorientación siguen divagando tantos investigadores, y lo han llevado haciendo sucesivamente otros muchos durante 500 años, lo he realizado por casualidad; sabía que era un tema interesante y controvertido con importantes implicaciones sociales, en especial en mi país, y por ello he dedicado mis ahorros y el esfuerzo de mi trabajo durante 34 años.

Resulta muy triste para un descubridor histórico, que no se reconozca su aportación al conocimiento; lo que además implica para él, no sólo la carencia de recompensa, sino cuando ha sido por propia iniciativa y de sufragio económico, de la misma indemnización; pero hay algo aún más doloroso, que es consecuencia de lo anterior; la incomprensión de las gentes con las que convive, que por supuesto no son científicas y no pueden comprender tanto despropósito oficial en toda una nación; en cambio un servidor, sí comprende la incapacidad y el fracaso constructivo observado, de los organismos nacionales responsables del desarrollo intelectual de la población; como no pueden superar sus propias carencias, sino también los obstáculos socialmente conminatorios llevados a cabo por los vividores de la política; no es ETA la que me puede constreñir, porque amenazar a mi poco motivada vida no me proporciona temor paralizante; todo eso es muy deprimente en cuanto a lo ajeno; los directores de la política, me están demostrando con su plena satisfacción que ellos pueden someter y constreñir todo, incluso el desarrollo del conocimiento. ¿Quién estará tras esto? En estos tiempos, entre las naciones que puedan representar alguna competencia, no existe una ayuda eficaz para el progreso, sólo hay con algunos intereses obscuros, algo de caridad para los que están muy caídos; si toda la humanidad se encuentra sujeta e incapaz de sobreponerse a esa degradación de valores y principios, el futuro de la vida en la Tierra no es muy prometedor.

Gabriel Carretié González